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Quirónprevención desmonta los grandes mitos sobre los suplementos vitamínicos

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 34 segundos

Los expertos de la compañía líder en prevención de riesgos laborales alertan sobre los riesgos de la automedicación

En un momento en el que la salud y el bienestar ocupan un lugar prioritario en la conversación pública, los suplementos vitamínicos se han convertido en productos de uso cotidiano para millones de personas. Cápsulas, comprimidos y polvos solubles prometen fortalecer el sistema inmunológico, combatir el cansancio, mejorar la piel y proteger las articulaciones. En farmacias y supermercados, e incluso en redes sociales, se presentan como soluciones fáciles para una vida más saludable.

Esta tendencia ha crecido a la par que el ritmo acelerado de vida y la búsqueda de alternativas para compensar desequilibrios alimentarios, estrés o falta de descanso. Sin embargo, el auge del consumo de suplementos también ha venido acompañado de una creciente desinformación. Muchos consumidores recurren a ellos sin consultar con un profesional sanitario, guiados por consejos poco rigurosos, campañas publicitarias o recomendaciones de influencers.

Desde Quirónprevención, expertos en salud laboral y medicina preventiva, advierten sobre la necesidad de poner freno a estos mitos y recordar que los suplementos deben tener un uso racional y fundamentado. No se trata de alarmar, sino de ofrecer información veraz que permita tomar decisiones informadas. A continuación, desgranamos algunos de los errores más frecuentes que cometemos con los suplementos, y qué dice la evidencia científica al respecto.

Mito 1: «Si tomo vitaminas, no necesito comer bien»
Realidad: Ningún suplemento puede sustituir una alimentación equilibrada. Los alimentos proporcionan nutrientes esenciales, fibra y compuestos bioactivos que no están presentes en las cápsulas. La base de una buena salud sigue siendo una dieta variada, rica en frutas, verduras, proteínas y cereales integrales.

Mito 2: «Más vitaminas, mejor»
Realidad: Algunas vitaminas, especialmente las liposolubles (A, D, E y K), pueden acumularse en el cuerpo y provocar toxicidad si se toman en exceso. El abuso de suplementos sin control médico puede dañar órganos como el hígado o los riñones. Como en casi todo en salud, el equilibrio es clave.

Mito 3: «Lo natural siempre es seguro»
Realidad: El calificativo «natural» no garantiza ni seguridad ni eficacia. Algunos suplementos naturales pueden interferir con medicamentos o provocar efectos secundarios. Lo recomendable es tratarlos con la misma precaución que cualquier producto farmacológico y contar con asesoramiento sanitario.

Mito 4: «Si hago deporte, necesito suplementos»
Realidad: La mayoría de las personas que practican ejercicio de forma regular no necesitan suplementos si mantienen una dieta adecuada. Solo en situaciones concretas, entrenamientos de alta exigencia, déficits nutricionales o condiciones médicas específicas, puede ser necesaria una suplementación, y siempre bajo supervisión profesional.

Mito 5: «Todos necesitamos vitamina D y B12»
Realidad: Las necesidades de vitamina D varían en función de factores como la exposición al sol, la edad o la dieta. La vitamina B12 suele recomendarse a personas veganas o con problemas de absorción intestinal. En cualquier caso, la suplementación debe basarse en análisis clínicos, no en suposiciones.

Mito 6: «Todos deberíamos tomar probióticos»
Realidad: Aunque los probióticos pueden ser beneficiosos en ciertos casos, como tras tratamientos antibióticos prolongados o en patologías digestivas específicas, no todas las personas los necesitan. Además, sus efectos dependen de la cepa, la dosis y la situación clínica. Conviene evitarlos si no hay indicación concreta.

Mito 7: «El colágeno rejuvenece la piel y cura las articulaciones»
Realidad: El colágeno, al ser ingerido, se descompone en aminoácidos como cualquier otra proteína. Algunos estudios señalan que el colágeno hidrolizado puede tener efectos positivos en la piel y las articulaciones, pero no se trata de resultados inmediatos ni garantizados. Una dieta rica en proteínas y micronutrientes como la vitamina C y el zinc puede ayudar al organismo a producir su propio colágeno.

Más allá de los mitos y las realidades puntuales, lo verdaderamente importante es asumir una visión crítica y consciente sobre la salud. Los suplementos vitamínicos, en determinadas circunstancias y con orientación médica, pueden ser útiles. Pero confiar en ellos como solución universal o preventiva, sin un diagnóstico claro, puede ser contraproducente. Además del coste económico que suponen, hay que considerar los posibles riesgos para la salud derivados de un consumo excesivo o innecesario.

Desde Quirónprevención insisten en la importancia de educar a la población en hábitos de vida saludables que no dependan de la suplementación automática. En lugar de acumular frascos en la despensa, conviene revisar los hábitos alimentarios, la calidad del sueño, el manejo del estrés o el nivel de actividad física. Estas variables tienen un impacto mucho mayor en el bienestar que cualquier pastilla.

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